FONDART 2017

Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Región de Coquimbo, Convocatoria 2017.

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martes, 22 de agosto de 2017

Olores y sabores del Limarí


Más que muchas palabras, la Feria Modelo de Ovalle invita a recorrer sus rincones con imágenes llenas de colorido que evocan aromas y sabores, en un verdadero paseo de los sentidos que, a ratos, permite retroceder en el pasado, llevándonos a redescubrir tesoros de la tradición agrícola y campesina del Valle del Limarí.


Antes incluso de ingresar al recinto de la antigua Maestranza que hoy alberga a esta tradicional feria ovallina, reciben al visitante los puestos de flores. Allí se pueden adquirir desde ramos para adornar la casa, hasta arreglos especiales e, incluso, coronas para honrar a los difuntos.


La feria de Ovalle, tiene su origen en un mercado al aire libre que durante muchos años, a partir de su formación hace ya un siglo en los inicios del siglo XX, se realizaba en la vía pública, en diferentes calles de la ciudad capital del valle del Limarí.


Desde 1987 está instalada en la antigua Maestranza de Ferrocarriles, y sus pasillos reciben la afluencia de gran cantidad de público, e incluso, en la actualidad, de turistas atraídos por su especial atractivo.


El atractivo proviene de enorme variedad de productos que es posible encontrar en sus numerosos puestos de comercialización. Y aunque en principio los frutos de la agricultura de la zona son los más apetecidos y destacan por su calidad, con el tiempo se han agregado numerosos otros rubros.

Verdadera maravilla marina: el sabroso y saludable cochayuyo.

Orégano a granel y cebollas en escabeche.


 Ovalle una zona excelente para la producción de alcachofas. 

Pepinos dulces, una exquisitez limarina.


Zona de ajíes y pimentones o pimiento morrón.

Aceitunas sin y con amargo (a la derecha).

Trigo mote, para el rico mote con huesillos.


Caminando y caminando, más allá de los locales con frutas y verduras, es posible encontrar muchos elementos no sólo para la vida en el campo, sino también en la ciudad, e incluso disfrutar un desayuno reparador, el almuerzo o un bocadillo para sobrellevar mejor el largo recorrido.

Aluminio y fierro enlozado, tradición campesina.




Aperos de hueso, elaborados en el Limarí y también de la zona central de Chile.

Una vez que se dejan atrás los grandes galpones, se encuentra la feria mayorista, donde es posible adquirir por sacos, bandejas mallas y cajones, productos distribuidos directamente por los productores locales.






Al retornar hacia el sector de puestos de minoristas, se encuentran a la pasada locales con venta de ropa usada, juguetes, disfraces, zapatos, muebles y una larga lista de otros bienes de consumo.

Ropa usada en buen estado, una alternativa para todo tipo de público,

En los pasillos de amplio galpón principal siempre es posible encontrar productos tradicionales como trigo mote, harina tostada, frutos secos, huesillos y descarozados, pasas de diversas variedades de uvas y, por supuesto, los infaltables quesos de la zona, en especial el que se elabora con leche de cabra.






Un recorrido a la feria no estaría completo sin pasar antes por el sector de las pescaderías, y sin tomar algunas fotos de los antiguos carretones que los ovallinos han observado en el lugar desde que poseen memoria.

Jureles y varios otros productos del mar.





El galpón de la antigua Maestranza.


viernes, 4 de agosto de 2017

Antakari, Junto a las Estrellas


Vista hacia el sur, desde el mirador en la cumbre más alta de la ruta Antakari.
Antakari es una ruta cordillerana que une el valle de Río Hurtado, en la Provincia del Limarí, con la ciudad de Vicuña, en el Valle del Elqui, y ha sido recorrida desde tiempos inmemoriales. Primero fueron los pueblos originarios de la zona, como los Molle y Diaguitas, luego siguieron sus pasos, los Incas y los conquistadores españoles. Actualmente es un lugar de soledades, cerca de las montañas y del cielo para aventureros que se atreven a emprender el recorrido, de preferencia, desde la primavera hasta las primeras lluvias del otoño, que lo vuelven casi intransitable.







La ruta completa incluye Andacollo, Samo Bajo, Hurtado y, desde ahí, 91 kilómetros de paisajes sobrecogedores, mientras el camino se empina entre cerros y quebradas, hasta llegar a Vicuña, en cuyas proximidades comienzan a verdear las laderas plantadas con vides.

Una vertiente que da vida.


En medio de ambas localidades –Río Hurtado y Vicuña- sólo de vez en cuando es posible cruzarse con otro automóvil, y divisar en alguna que otra vertiente, un cabrerío, propiedad de algunos de los crianceros que constituyen los escasos residentes de las proximidades del camino de tierra y piedras.



























Al parecer Antakari es un toponímico que proviene de las palabras Anta –del quechua cobre o metal rojo- y Kari –que significaría varón de varones, o jefe, aunque es una palabra cuyos orígenes se desconocen-, y, en efecto, los cerros sorprenden con sus colores cobrizos, y el hombre que habitó o habita en esas latitudes, es en la práctica un señor de sí mismo, dueño de un universo de montañas solitarios y cielos estrellados.

Al fondo, hacia el poniente de la ruta y arriba, El Tololo,



























Tanto así, que al poniente de esta ruta, que se encuentran varios observatorios astronómicos, el más importante y conocido de ellos, y que se divisa desde la ruta, es El Tololo.